Letras de cine: Los sentidos

Jose Antonio Cayuelas Grau/ septiembre 26, 2020/ -Destacado-, -En Portada-, Cine/ 0 comentarios

 

Pajarito que ya viene el día

extiende tus alas y échate a volar,

y despierta con tu dulce canto

el Santo rosario ya se va a empezar.

 Y vamos allá

 a rezar el rosario a María

si el reino del cielo queréis alcanzar.

 

          Hoy debería haber comenzado la novena a Nuestra Señora la Virgen del Rosario con la tradicional despierta y canto a la aurora con versos como los que anteceden, pero no ha podido ser, la seguridad sanitaria así lo aconseja. Con todo,  no puedo desaprovechar la ocasión e invitaros a

¡Oh Sagrada Virgen del Rosario!

que de España eres Patrona Real,

que te trajo Don Alfonso el Sabio

con tu estandarte para conquistar.

 Y vamos allá

 a rezar el Rosario a María

si el reino del cielo queréis alcanzar.

 

Y ahora:

Luces de la ciudad

 TÍTULO ORIGINAL: City Lights     AÑO: 1931     DURACIÓN: 81 min.     País: EE. UU. de América

DIRECTOR: Charles Chaplin

GUIÓN: Charles Chaplin

MÚSICA: Charles Chaplin

FOTOGRAFÍA: Rollie Totheroh y Gordon Pollock, en B y N

PRODUCTORA: United Artists

GÉNERO: Comedia.

 

REPARTO: Charles Chaplin, Virginia Cherrill, Florence Lee, Harry Myers, Al Ernest Garcia, Hank Mann, Jack Alexander, Tom Dempsey, Henry Bergman

 

LOS SENTIDOS

– “¿Ahora ya ves?

– Si, ahora ya veo.

Diálogo final entre el “vagabundo”, Charles Chaplin, y la “chica ciega”, Virginia Cherrill en “Luces de la ciudad”.

 

El cine es un juego dual, luces y sombras, ficción y realidad, insensibilidad y sentimiento… El cine de Chaplin también es un juego, es lo que no parece.

El hecho de que Chaplin sea perdurable en el tiempo es que su clave cómica se dirige a una denuncia social que trasciende su tiempo. Todo su ejercicio de pantomima está destinado a una profunda reflexión moral sobre los problemas humanos que afectan a los más desfavorecidos.

“Luces de la ciudad” nos la presenta Charles Chaplin como una comedia romántica y una pantomima, es decir, una obra dramática con aspectos sentimentales en la que se finge lo que no se siente. Borges escribió  sobre ella: “su carencia de realidad solo es comparable a su carencia, también desesperante, de irrealidad”.   “Luces de la ciudad” es una obra dual (como nota al margen, tal vez convendría indicar que el Príncipe Louis De Broglie le conferiría a la luz una naturaleza dual, onda-corpúsculo).

Ya iniciado el cine sonoro Charles Chaplin nos priva del sonido, pero ¿acaso nos es necesario? Nos deja el sentido de la visión, nos da la luz a través de las imágenes que configura la composición luminosa; sin embargo el personaje femenino es ciego, no ve, ¿acaso lo necesita para sentir? Nosotros, espectadores de cine, no poseemos el sentido del tacto ante la pantalla, ¿acaso, por ello dejamos de sentir la última caricia?

El valor de una caricia. Una caricia es un gesto, una aproximación, es un roce, un toque que descubre un sentimiento. Esas manos de la “chica ciega” que envuelven, acarician, la mano del “vagabundo” y que seguidamente la conducirán a su corazón le desvelarán la verdad. Ve, conoce, descubre, siente por el tacto.

Este es el doble juego de Chaplin-Charlot, un “vagabundo” que duerme sobre las estatuas de los parques y el caballero que se esfuerza por conseguir un trabajo (barrendero, boxeador) con el que obtener dinero para suplir una injusticia. En la película hay un “excéntrico millonario” que etílicamente se convierte en un Jekill-Hayde de la amistad y una “chica ciega” que ve; la vacuidad de los ricos frente a la dignidad de los pobres.

Chaplin juega con los sentidos, se los da a sus personajes, nos los quita a nosotros, sus espectadores; los actores fingen que se acarician pero quienes sentimos somos nosotros. Charlot ejecuta una farsa; Chaplin hace cine con todos los sentidos; nosotros, los espectadores lo sufrimos, lo degustamos.

El cine es un arte para sentir. Con “Luces de la ciudad” sentimos el cine de Charles Chaplin. ¡Pasen y sientan!

 

Manuel García Pérez y José Antonio Cayuelas Grau

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