Rafal

Alejandra Hernandez/ junio 9, 2019/ Rafal/ 0 comentarios

En la Vega Baja del río Segura, en un pequeño territorio de apenas 1’60 Km2, se extiende, sereno y laborioso, Rafal, un pueblo que nació en el año 1640, fundado por Jerónimo de Rocamora y Thomas, por entonces flamante marqués de Rafal. Siglos atrás, los árabes tuvieron en este territorio un rahal o explotación agrícola de la que derivará el nombre del pueblo.

Su excelente ubicación geográfica, en el corazón de una vega que ha sido vía natural de paso para grupos humanos nativos y foráneos, ha favorecido su multiculturalidad, de la que nos sentimos orgullosos y es nuestra carta de presentación.

De su pasado árabe, fértiles huertas atesoran la cultura del agua, patrimonio agredido por la especulación del suelo, que amamos y defendemos porque es un ecosistema  singular de gran importancia que forma parte de los paisajes culturales universales, pues es “fruto del vínculo inseparable que se da entre los grupos humanos y su entorno natural“ (UNESCO, 1992),  y que es “de interés general en los campos cultural, ecológico, medioambiental y social, y que constituye un recurso favorable para la actividad económica” (Consejo de Europa, 2000).

Y, en este territorio tan pequeño que es RAFAL, sus 4.322 habitantes conviven en armonía, pues 3.689 españoles han acogido con hospitalidad mediterránea a 151 europeos, 394 africanos, 81 americanos y 1 persona de Oceanía, que han enriquecido con su cultura y su integración al pueblo, que tiene la mayor densidad de población de toda la Vega Baja del río Segura.

Desde su origen las gentes de Rafal saben compartir territorio de manera solidaria, como si fueran una hermosa granada, la fruta sagrada que simboliza en nuestro pueblo la Resurrección, emocionando hasta deshacer y fundir todos los sentidos. Llegó al Mediterráneo desde las tierras de Irán y en distintas culturas y religiones del mundo es símbolo de amor, fecundidad y prosperidad desde la más remota antigüedad, siendo la prehistoria de la sangre que llevamos. Pero también cada uno de sus granos tiene la perfección de la libertad individual, encajando magníficamente en un todo que nos une para buscar la belleza del arte.

 

 

 

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